sábado, 29 de julio de 2017

Andes, quell'ombra gentil


Or son parecchi anni io percorreva in un vespro di giugno questa pianura matovana: Lussureggiava la messe nell' allegrezza della estate; tra la verdura ondegginate come un mare, per le strade polvorose, affollate dei tornanti da' mercati,  risonavano i rumori della vita e del lavoro; biancheggiavano le casette giulive tra i grande e diritti alberi; e il tramonto involgeva tutto d'un rosso vaporoso tepore. Giungi a Castel d'Ario; e in iscuole ariose e pulite vidi facce serene di fanciulli e fanciulline fiorenti, u udii da quelle bocche salir canti di gioia ammonenti a virtú. Le madri sorridevano su gli usci, gli uomini slegevano i bobi dai carri e i giovenchi mugolavano da la stalle. Una rocca del medio evo, di cui l'ellera corriditrice velava i crepacci, arrosita da fuochi del tramonto parea vergonarsi della sua inutile e crudeli leggiadria in mezzo a' trionfi della pacifica industria e del lavoro umano. Tra quei canti di fanciulli, tra que' muggiti de giovencchi, in quelli aspetti di bellezza, di forza, di tranquillità, io sentii nel mio cuore lo spirito di Virgilio".

Hace algunos años yo recorría en un atardecer de junio esta llanura mantuana: Resplandecían las mieses en la alegría del verano; entre los prados ondeantes como un mar, por los caminos polvorientos, repletos de los que volvían del mercado, resonaban los rumores de la vida y del trabajo; blanqueaban la casitas joviales entre los árboles robustos e inhiestos; y la puesta de sol envolvía todo con una rojiza vaporosa tibiez. Llegué a Castel d'Ario; y en escuelas aireadas y limpias vi caras serenas de chiquillos y chiquillas florecientes. Y oí salir de aquellas bocas cantos de alegría que invitaban a la virtud. Las madres sonreían desde el umbral, los hombres desuncían los bueyes de los carros, y los becerros mugían en los establos. Una fortaleza de la Edad Media, cuyas grietas ocultaba una hiedra trepadora, enrojecida por los fuegos de la puesta, parecía avergonzarse de su inútil y cruel fealdad en medio del triunfo de la industria pacífica y del trabajo humano. Entre aquellos cantos de chiquillos, entre aquellos mugidos de becerros, en aquella contemplación de belleza, de fuerza, de tranquilidad, yo sentí en mi corazón el espíritu de Virgilio.

Así describía el poeta Giosué Carducci los alrededores de Mantua, en el discurso que pronunció el 30 de noviembre de 1884, con motivo de la construcción de un monumento dedicado a Virgilio en el pueblo de Piètole, la Andes antigua, aldea natal del gran poeta romano.
El monumento, situado en la entrada del pueblo, junto a la carretera que va de Mantua a Parma, consiste en un  pequeño y delicado jardín, en cuyo centro se alza, sobre una gran columna de piedra, la estatua en bronce del poeta, con aspecto noble y sereno, vestido con la toga y coronado de laurel.
Probablemente el paisaje que describía Carducci era mucho más cercano al que pisó Virgilio que el que podemos contemplar hoy: Las mieses de trigo han dejado su paso a grandes extensiones de maíz, los establos son ahora granjas, los caminos polvorientos se han convertido en carreteras asfaltadas y los bueyes y los carros han sido sutituídos por tractores y coches.
Aun así, hoy como antaño, Piètole es un lugar en dónde se respira una gran paz y tranquilidad. Consta de dos núcleos urbanos, Piétole Nuovo, construido en el primer cuarto del siglo XIX, y, a un quilómetro y medio en dirección al río Mincio, Piètole Vecchio. El nucleo antiguo fue incendiado en el siglo XIII y saqueada durante el asedio de Mantua de 1630. A principios del siglo XVIII la zona fue ocupada por los franceses que aplanaron el Mons Vergilii, la colina que Virgilio describe en las Bucólicas, y construyeron allí un fuerte que hoy es una ruina devorada por la maleza.

Es aquí, en Piètole Vecchio, donde Dante situó la antigua Andes:

E quell'ombra gentil, per cui si noma
Pietola più che villa Mantovana

Y aquella sombra ilustre, por que se nombra
Piétola antes que vila Mantuana.

(Purgatorio XVIII 82-83)

Yo también he venido hasta Andes para que mi corazón, como el de Carducci, pudiera sentir el espíritu de Virgilio. Y puedo decir que lo he sentido. Ya lo llevaba dentro cuando pisé las llanuras mantuanas, es cierto. Como también es cierto que hay un lugar en el que ese sentimiento se ha manifestado en toda su radiante plenitud: la Vallazza.
La Vallazza es un pequeño embarcadero junto al rio Mincio, a doscientos metros de Piètole Vecchio, un espacio protegido dentro del ya protegido Parco dil Mincio. Durante mi breve estancia veraniega en Andes / Piètole, el sol inclemente que señorea este mes de julio, con temperaturas que rondan los 40 grados, me ha llevado a buscar las horas frescas del día para dedicarme a pasear, ir en bici, leer y a escribir, ya sea con la primeras luces del alba, o con el vaporoso caer de la tarde (le pido prestado el adjetivo "vaporoso" a Carduccí (me encanta ese adjetivo toda la secuencia de Carducci para describir la puesta, il tramonto, en italiano: "il tramonto involgeva tutto d'un rosso vaporoso tepore". Es un adjetivo muy oportuno, porque, en efecto, a causa de la cercanía del río y de las innumerables acequias que discurren junto a los caminos de la llanura, en el ambiente del alba y de la puesta, un ligera neblina envuelve casa y prados.
Así pues, cuando las luces de mi primer alba en Andes entraron por la ventana de mi habitación, tomo un ligero desayuno, me visto con ropa fresca y cómoda, cojo un ejemplar de las Bucólicas de Virgilio y me dirijo a la Vallazza. La intención no es otra que, con el frescor de la mañana, leer la églogas allí donde nacieron.
Llego hasta el río Mincio por un sendero de tierra. Junto al camino, sombreado incluso en las horas centrales del día, discurre una acequia en la que despuntan cañas y juncos. Se respira una paz inmensa. Una veintena de barcas de pescadores reposan en el pequeño embarcadero y un bosquecillo de chopos cobija un merendero fresco y limpio. El Mincio, en su amplísimo meandro,  fluye silencioso, lento y pausado. Lejos del alboroto de la ciudad, aquí sólo se escucha el canto de las cañas y de las hojas mecidas por la brisa.
Me siento en un banco junto a la orilla. Disfruto durante un buen tiempo de la tranquilidad y del silencio. El alba ya ilumina la mañana y, en poco tiempo, un sol rojizo se alza sobre los árboles de la orilla opuesta y se refleja sobre el río. Dos cisnes se han acercado al embarcadero, buscando comida entre los cañizares. Una gran carpa ha saltado fuera del agua para cazar al vuelo algun insecto que le servirá de desayuno. 
A esas horas aun no hay nadie en la Vallazza. Abro el libro. Quiero que, en un humilde homenaje al poeta, sus versos resuenen de nuevo junto al río, así que leo en voz alta el texto de la primera égloga:

"Tityre, tu patulae recubans sub tegmine fagi...·

Como es bien sabido, la primera égloga de Virgilio es un precioso diálogo entre dos pastores, Títiro y Melibeo. Melibeo debe abandonar las tierras paternas a causa de las confiscaciones de tierras que siguieron a la guerra civil. Títiro, en cambio, podrá conservar sus campos gracias a la intervención de un "joven divino", César Octaviano, el futuro emperador Augusto. Todos los comentaristas antiguos y modernos coinciden en que el poema refleja una situación vivida realmente por Virgilio, ya que su familia fue víctima de las confiscaciones, y fue Octaviano quien, por mediación de personajes influyentes como Aisinio Polión,  le restituyó las tierras. Melibeo no muestra ni ira ni rencor sino tan solo una infinita tristeza que transciende lo particular para ser un canto al dolor universal de todos aquellos que, aun hoy, tienen que abandonar su hogares, empujados por las guerras, la intolerancia y la miseria.

Busco en el texto y releeo los versos en donde Virgilio describe los campos (habla Melibeo, dirigiéndose a Títiro):

Fortunate senex, ergo tua rura manebunt...

Afortunado anciano, pues conservarás tus campos,
y bastará con ello. Aunque la roca desnuda
y la marisma cubran de junco fangoso el prado,
no enfermarán las hembras en pastos desconocidos
ni sufrirán los males de los rebaños vecinos.
Aquí, feliz anciano, entre rios conocidos
y entre fuentes sagradas, tendrás una sombra fresca.
Aquí, igual que siempre, junto al seto del vecino,
cuando las abejas liben la flor de la sauceda,
te invitarán al sueño con su zumbido lligero.
Aquí, bajo una peña, cantará tu podador,
y las torcaces, delicias tuyas, no dejarán
de gemir, ni las tórtolas, ni desde la copa de un olmo.


Cierro el libro. Respiro una nueva bocanada de serenidad y regreso con aquello que vine: con Virgilio en el corazón.



Nota: Este escrito ha nacido un día caluroso de julio en Figueres, recordando mi estancia reciente en Andes: los paisajes y situaciones  descritos, el pueblo, el río, los cisnes, son absolutamente objetivos y tangibles. En cuanto al resto, especialmente el uso de los adjetivos y del punto de vista, pertenecen al campo de la percepción subjetiva de la realidad y se quedan, por lo tanto, en el baúl de las emociones. El fragmento del discurso de Carducci y los versos de Virgilio han sido traducidos por quien os habla. Para Virgilio me he decantado por una serie de casi-alejandrinos formados por dos hemistiquios de 5+7 sin rima. La imagen que encabeza esta nota fue captada en el amanecer que se describe en el texto. En cuanto a la música, decidme que me repito, pero tenía que ser un fragmento del "Verano" de Vivaldi. Como yo no entiendo mucho de esto, me he dejado guiar por "el señor Youtube" y he elegido una versión interpretada por Mari Silje Samuelsen:
https://www.youtube.com/watch?v=-fpvdXNcr90


Para ti, lector, con cariño.

domingo, 18 de junio de 2017

Festival



I arriba el gran dia. El dia del festival de ballet de final de curs.
Enrere queden els dies de classe, a les tardes després del cole o de l'institut. Moltes hores d'aprenentatge i de superació, d'intents fallits i de reptes reeixits.
Arriba el dia que nois i noies tenen marcat en vermell en el seu calendari particular. El dia en què pujaran dalt de l'escenari per regalar-nos tot el que han après.
Ja són entre bastidors. Barreja de nervis i d'il·lusió. Els monyos impecables, el maquillatge resplendent, les sabatilles alades, el vestuari delicat, malles ajustades, tutús, faldilles voladores, vels subtils, capes majestuoses.
I els colors: abundor de blanc setinat, esclats de vermells, guspires de liles i blaus...
S'apaguen el llums. S'alça el teló. És el seu moment. Dos minuts de glòria sota els focus i sota la mirada emocionada dels seus.
He de confessar que abans, no fa gaire, el festival de ballet anual era un dia que se'm feia difícil d'empassar (i molts del pares i mares que m'esteu llegint sabeu de què us parlo...).
Em passava l'hora pendent del moment en què havien de sortir les meves filles (la Clàudia i l'Èlia), i aleshores tota l'atenció, tots els sentits eren posats en el ball i en la música: Emoció a flor de pell i orgull de pare. La resta de l'espectacle -què us diré que no podeu endevinar?- podia convertir-se en una tediosa espera que calia assumir de la millor manera possible, fins que baixava el teló i tornava a aixecar-se perquè els ballarins i ballarines fessin l'agraïment públic en forma de ram de flors a la seva professora.
I apa, cap a dinar, que és fa tard...
D'un temps ençà, en canvi, visc el festival d'un altra forma. És evident que continuo pendent de saber en quin número de ball actuen les meves noies i que aquell és el moment més especial de tot l'espectacle  (i tots del pares i mares que m'esteu llegint sabeu de què us parlo...). I no puc negar que si la funció fos una mica més curta també ho agrairia, perquè a partir de l'hora i quart de dansa, la butaca comença a fer-se incòmoda...
Dit això, he de confessar que ara ja no estic pendent només de les meves filles, com toca i correspon, sinó que em ve de gust passar una bona estona gaudint de la dansa i de tot el que els dansaires ens volen oferir. Ja sabem que no són professionals i que algunes peces poden agradar més que altres, però sempre deixen sobre l'escenari grans dosis d'il·lusió, d'esforç i de ganes. A més, m'agrada trobar-me entre els ballarins alumnes de l'institut i els fills i filles d 'amics i coneguts.
Així que em relaxo i començo a gaudir des de que s'apaguen els llums, sona la música i comencen tota la sèrie de pliés, relevés, pas-de-bourreés, jetés, ecartés.. un vocabulari que a casa ja és prou familiar (tot i que m'han de recordar sovint què signifiquen i que ara mateix he hagut  de consultar en el diccionari per escriure-ho correctament).
Em passa, a més, una cosa molt curiosa. Com que les meves filles van començar a ballar de molt petites (devien tenir 4 o 5 anys), quan van sortint les diferents ballarines agrupades per edats: les més petitones, encara maldestres però sempre ovacionades pel públic amb un "què mones! quasi unànime; les mitjanes, les quasi-grans, les grans... per a mi és com veure passar les edats de les meves filles en un sol dia.
No sé si és per allò dels paradisos perduts de la infantesa, per la consciència del pas inexorable del temps o, simplement perquè la música té aquest poder, però la qüestió és que en algun moment del festival (generalment sota els acords de Vivaldi o de Tchaikovsky), a traïció, sense avisar, inesperada i catàrtica,  llisca una llàgrima.


Aquesta nota vol ser un petit homenatge a les noies i noies que fan possible el festival i molt particularment a la professora Àngels Ballart que tanta dedicació i entusiasme hi posa. La imatge superior és la de tres princeses, de esquerra a dreta Laia, Èlia i Marina. La Clàudia no va va poder ballar aquest dia, però va fer un video precios per acompanyar una peça de ball. 
La música que us proposo és una de les peces que van ballar aquest dia, és la "Dansa de les hores" d'Amilcare Poncielli: https://www.youtube.com/watch?v=aSo9xe_uKLw


Nota lèxica: catàrtica... (mira, us volia posar el significat, però he pensat... I si aneu al diccionari i us treballeu una mica? -ho dic amb carinyo eeee! XD!-)

viernes, 3 de marzo de 2017

cánidos



“Cuando el diablo no sabe qué hacer, con el rabo espanta moscas”, como decía mi madre, frase equivalente al dicho catalán “qui no té feina, el gat pentina”, que se podría traducir como “quien no tiene trabajo, peina al gato”, frases que reflejan claramente la capacidad del hombre ocioso para dedicarse a tareas poco productivas. Aunque espantar las moscas a veces puede ser de una gran utilidad.
Pues aquí me tenéis. Casi ocioso. Andaba yo meditando un texto para el bloc bestiario-mitológico que tengo abandonado desde hace demasiado tiempo, y me dije a mi mismo que era un buen momento para hablar del perro en la mitología.
Y claro, me sale la vena filológica y pienso “Antonio, empezarás por la etimología, como debe ser”. Y empecé a refrescar cosas que ya sabia y a husmear (nunca mejor dicho…) en cosas que desconocía. Así que me dediqué a buscar cómo se nombra al “perro” en los idiomas más cercanos a nosotros (físicamente o culturalmente) y encontré lo que paso a compartir con vosotros y con vuestra santa paciencia.
Una aclaración previa: Leo por ahí que el perro procede del lobo (canis lupus) y que empezó a ser “el mejor amigo del hombre”, (vamos, que fue domesticado), hace unos 20 o 30 mil años y que ese “lobo domesticado” pasó a ser nuestro perro (canis lupus familiaris)  Por lo que parece, eso ocurrió en Europa, aunque algunos estudios proponen que la domesticación se originó, como tantas otras cosas, en Oriente Medio, probablemente antes del Neolítico. Sea como fuere, la cuestión es que las primeras grandes civilizaciones urbanas mediterráneas, Egipto y Mesopotamia, y ya no digamos los grandes imperios antiguos como Grecia y Roma, tenían perros correteando por las casas y las calles.
Centrándonos en la cuestión histórico-lingüística, que nos interesa ahora, allá por el año tres mil antes de Cristo, por el centro de Europa vagaban unos pueblos nómadas que luego se expandieron por toda Europa y por buena parte de Asia. Algunos estudiosos, alemanes principalmente, les llamaron indogermánicos, mientras que otros, francés principalmente, les llamaron indoeuropeos, término que ha acabado imponiéndose. De esos simpáticos nómadas (mira tú, no tengo pruebas pero me los imagino unos tipos simpáticos …) sabemos poca cosa, como que, originariamente, no conocían el mar, que sabían contar hasta cien, que tenían cerdos, ovejas y caballos (y perros, claro), y que hablaban un idioma -o idiomas- que es la madre (o madres) de lenguas antiguas como el latín, el germánico, el eslavo, el griego clásico, el persa, el sánscrito... de las que, a su vez, derivan los idiomas modernos: castellano, catalán, italiano, inglés, alemán, ruso, y casi todas las lenguas de Europa (se escapan, como bien sabéis, el vasco, y otros no tan cercanos a nosotros como el magiar de Hungría, el finés y el estonio). También llegaron a Asia, dejando testimonios como el turco, diversos idiomas de Irán, Paquistán, la India… Un buen repertorio, como veis.
Y vamos ya con las palabras que designan al perro, que os veo impacientes.
La palabra “perro” en castellano es muy curiosa. Primero, porque no se sabe de dónde procede (el latín queda descartado) y porque su aparición escrita por primera vez en el siglo XII hace difícil buscarle una raíz prerrománica (celta, ibérico o similares). Vamos, que no se sabe de dónde viene. Y cuando una cosa no se sabe, pues no se sabe y ya está. Tampoco es cuestión de ir inventando etimologías por ahí, que puede resultar muy divertido para una conversación entre chupitos después de cenar, pero que es poco rigurosa. Además, no hay ningún idioma ni cercano ni lejano que se le parezca. O sea que aparece como un champiñón lingüístico, así, sin más.
Tres cuartos de lo mismo le pasa a la palabra catalana gos. Ni idea de dónde viene y sin paralelismo con otras lenguas. Algunos estudiosos ven una palabra onomatopéyica que quiere imitar un ladrido. Esta es la propuesta del Diccionari Català-Valencià-Balear: “Gos.: probablement de kos o kus, onomatopeia de la veu amb què es sol cridar el ca, i que té variants en totes les llengües romàniques (cf. esp. gozque, ant. fr. gous, port. gozo, it. cuccio, etc.). Bueno, resulta bastante verosímil. La palabra, que es bastante tardía, aparece ya en la novela Tirant lo Blanc (s. XV), y en otros escritos de la época.
El inglés dog, parece responder también a una expresión onomatopéyica.
Esos son los “raritos” de la familia. El resto es un poco más uniforme, porque, una vez analizados los paralelismos, los lingüistas han propuesto una raíz indoeuropea común, *k̑u̯on-, que se encuentra en el latín canis, germánico hunt , griego clásico kuwn (que suena kyon), celta, ku-n, entre otros.
Veamos las palabritas correspondientes, distribuidas según el grupo indoeuropeo al que pertenecen. Utilizo, como podéis imaginar, además de mi gran conocimiento en idiomas como el friulés y el búlgaro (XD ¡!), la inestimable ayuda del Traductor de Google, y encuentro lo que sigue (las agrupaciones sí que son mías):
Grupo latino, que da origen, como todos sabemos, a las lenguas románicas:
Latín canis, castellano can (restringido prácticamente al registro culto), gallego can, portugués cão (con la a nasalizada), catalán (tan en desuso en el catalán central como el can castellano, aunque término común en las Baleares), italiano cane, francés chien, rumano caine, occitano can, sardo cane, friulés chan, Se parecen bastante entre sí ¿verdad?. Se nota que son hermanos y tienen los ojos de la madre. Bueno, también está el romanche (o retorrománico, que se habla en algún cantón de Suiza), en dónde un perro es un koer. Este ha salido más a su padre…
Grupo Germánico: Germánico antiguo hunt, inglés hound (“sabueso”), alemán, hund, lo mismo para danés, sueco y noruego, holandés hond, islandés hundur.
Por cierto, y dicho sea sin ánimo de polemizar, en esperanto perro es hundo y no cane.
Grupo eslavo: пес (que suena casi algo parecido a pios con una vocal entre e/i/u, podéis escucharlo si activáis el altavoz del traductor) en ruso, bielorruso, ucraniano, checo, eslovaco y esloveno; pas en checo, serbio y croata; pies en polaco. Una curiosidad: la palabra que designa al macho y a la hembra pueden ser muy diferentes, algo parecido a lo que pasa con caballo / yegua. Así, en ruso, ucraniano y bielorruso el femenino de pes es собака, que hay que pronunciar sobáca (no vale ni reírse ni confundirse de animal…).
Grupo celta: escocés y gaélico chu, galés ci (pronunciado “chi”).
Griego clásico kuwn (que suena kyon), aunque el griego moderno utiliza el término σκύλος (que suena skylos).
Grupo báltico: letón suns, lituano, sue.
Y, finalmente, en los idiomas no indoeuropeos de Europa tenemos txakura para el euskera, kutya para el húngaro y koira para el finlandés (muy parecidos, curiosamente, al romanche koer, que vimos en el grupo latino.
Bueno, seguro que me dejo cosas, pero tampoco pretendo hacer una tesis al respecto. Sospecho que os habéis quedado con la miel en los labios y que querréis saber cómo es perro en chino, en japonés o en zulú, así que os invito a descubrirlo en el traductor de Google. Venga va, que no os llevará ni diez minutos...
Añado dos detallitos a esta nota. Entre mis alumnos, hay bastantes que no tienen como idioma materno ni el castellano ni el catalán, así que les he preguntado personalmente. Y gracias a eso hemos sabido que en árabe perro es كلب (kalab), que en mandinga (una de las lenguas de Gambia) se llama wulo y que Nigeria le llaman ekità.


Esta nota tan canina ha surgido al mismo tiempo que las flores de mi almendro. La figura que acompaña es la foto de Lua, la  delicia de mis hijas (¿A que es una monada?)

lunes, 6 de febrero de 2017

Monòdies



És dissabte.
Plou.
M’aixeco d’hora amb la intenció d’anar a Girona a l’Arxiu Històric per fer-hi una consulta que ja fa dies que em ronda pel cap.
Com que no és la primera vegada que em passa i no tinc ganes de fer el viatge debades, busco a Internet la pàgina de l’Arxiu: “Obert avui de 9h. a 14 h.”
La pluja fina que cau ha fet que s’enfilin una mica els termòmetres després d’uns dies de rigorós hivern, de manera que la temperatura és raonablement suportable per a un fredolic com jo.
Mitja hora de camí força tranquil i arribo a Girona.
Aparco “sota les vies del tren” per la zona de la Devesa. Segurament que el nom amb què els gironins denominen el lloc és ben diferent, però els figuerencs l’anomenem així i ja ens hi entenem.
Ja sigui perquè és primera hora del matí o perquè és dissabte, o per ambdues coses, però el cas és que -cosa inaudita!- trobo aparcament a la primera.
Obro el meu paraigües negre, em cordo bé l’abric i faig via cap al Barri Vell.
Travesso el pont de fusta sobre l’Onyar. Uns quants ànecs de coll verd neden sobre les aigües enterbolides per les últimes pluges. Me’ls miro i no puc estar-me d’admirar la seva capacitat per a resistir els freds de l’hivern.
Ja a l’altra banda del pont passo per davant de l’escultura en pedra de la famosa lleona, i penso que hi ha tradicions ben curioses... Avui, m’abstindré, novament i com sempre, de besar-li el cul.
Són les nou tocades i gairebé totes les botigues romanen tancades. En algun moment del trajecte a peu els carrers semblen ser-hi només per a mi: ni un cotxe ni un vianant ni res que s’hi assembli, només les llambordes molles i jo.
Contràriament al que sol passar en dies plujosos a Girona, avui el color gris no és un gris de plom, sinó que és un gris paradoxalment lluminós, amb infinitat de tons que riuen sobre les llambordes del Barri Vell.
A mig camí, al carrer Ballesteries, m'aturo un instant en un Supermercat petit amb una vitrina plena de pastissets i croissants. Tot i que ja havia esmorzat abans de sortir de casa, em demano un xuixo. El meu estómac té la curiosa tendència a ser escandalosament loquaç sempre que estic en llocs on cal mantenir el silenci, com arxius, biblioteques o funcions teatrals.. I l'única manera eficaç i contrastada d’aplacar el monstre és donant-li de menjar.
Arribo, per fi, a l'Arxiu. "Dissabtes tancat". Cara de tonto. En fi.. que hi vols fer?. M'ho prenc amb estoïcisme. Res. Me'n torno cap casa que tinc coses a fer. No problem! Desfaig el camí. Baixo fins a Ciutadans pel Carrer de la Llebre, un d'aquells bonics carrers estretíssims del Barri Vell. No fa més de metre i mig d'amplada, de manera que dues persones de costat ocuparien tot el carrer, i no diguem si van provistes de paraigües, com és el cas d'avui.
Al meu davant un pare jove que arrossega el carret de la compra, o alguna cosa semblant, porta agafat de la mà el seu fill petit (quatre anys? cinc anys?), ben guarnir de botes noves i paraigües blau.
Ni el pare ni el fill s'han adonat de la meva presència, tot darrera, i van al ritme lent i pausat dels infants. "Què macos, el pare i el fill!" penso.
No tinc un especial interès en avançar-los, perquè sembla que la pluja fina d'aquest dissabte d'hivern convida a la quietud i la calma, i avui no tinc gens de pressa, i estic, jo també, ben protegit sota el meu gran paraigües negre que pràcticament arriba de cap a  cap del carrer. Però vet aquí que una noia de paraigües vermell, que ve en sentit contrari a nosaltres, fa que el pare s'arreceri una mica per deixar-la passar, moment que aprofito, jo també, per avançar el fill i el pare.
En passar pel seu costat i avançar-los no puc evitar sentir part de les paraules que el pare dirigeix al seu fill petit (quatre anys? cinc anys?).
La veu del pare sona agradable, calmada, amb un to reposat (he estat a punt d'escriure "tendre" o "suau" però ràpidament he tatxat aquests dos mots, perquè el to era, en efecte, calmat i reposat, però gens suau i gens tendre.
"... No passis per aquí ... (nota aclaridora i indispensable: el "aquí" descriu un carrer estret, de vianants, sense cap indici de perill per a l'infant, ni cap indici de molèstia ni per al pare ni per a la noia del paraigües vermell ni per a mi, ni per la resta del món mundial). "No passis per aquí, perquè si ho fas ja saps el que passarà" (el to continua sent monòdic, inalterable i demolidor): "El papa s'enfadarà i t'haurà de castigar" (ús de la tercera persona, llunyana i freda). "Així que o canvies d'actitud o..."
Mentre continuo caminant la veu monòdica va quedant enrere, tot deixant-me un mal regust de boca difícil de definir.
Deus reflexions em vénen al cap, mentre continuo en direcció a l'aparcament de "sota les vies".
Primer. El "No passis per aquí" no semblava respondre a cap altre argument o criteri que la voluntat tirànica del pare, tirania embolcallada -doble crueltat- amb un to de veu monòdic, inalterable i demolidor.
Dos. No gosaré criticar aquí l'actitud del pare: Prou feines tenim els qui som pares per negociar la nostra pròpia manera d'educar els nostres fills, com per tenir la gosadia d'opinar sobre altres pares i altres fills.
Una idea, però, diàfana i clara, m'atrapa: Prefereixo mil vegades els crits i la sabatilla que em mostrava la meva mare, que m'indicaven clarament que o m'escapolia cames-ajudeu-me, o que tenia tots els números per rebre un bon clatellot.
Mil vegades prefereixo aquells crits, que no pas aquest to de pare pseudo-progre, que no s'altera ni quan ha de renyar el seu petit fill (quatre anys? cinc anys?), amb un to de veu monòdic, inalterable, demolidor, cruel i fred, més fred que les llambordes molles sobre les que el petit, ben guarnit de botes noves i paraigües blau, saltironejava, feliç en la seva innocència.


Aquest text, que no pretén res més que un cert "desfogament literari", ha anat prenent forma en el camí de tornada de Girona a Figueres. La imatge és d'una foto de les llambordes molles. La música que acompanya és el tema "Kiss the rain" de Yiruma (Crec que ja l'havia posat en una altra post, però espero que em disculpeu la reiteració): https://www.youtube.com/watch?v=so6ExplQlaY