Hace tiempo que ando desleído. Vamos, que no leo.
Ya me entendéis. No me refiero a descifrar las palabras que
encuentro en el Facebook o en los mensajes del Wats. Ni a la lectura diaria del
periódico, entre las charlas y comentarios de mis colegas en la sala de
profesores. Lectura, que por otra parte suelo limitar a los titulares y al
horóscopo. ¡Ah sí! Y al problema de ajedrez y al Sudoku (nivel alto, ojito...).
Tampoco me refiero a los textos que leemos en clase, algunos
de palabras tan mágicas como las de Horacio o Virgilio. Ni a mis extrañas
aficiones epigráficas y paleográficas.
¡No és això companys! como dijo un sabio. (¡No es eso,
compañeros!, para aquéllos que no conocéis el idioma de Verdaguer).
Vosotros ya sabéis a qué me refiero.
Ese dulce momento de relax con un libro entre las manos. Un
libro libro, con sus tapas, con el dulce tacto del papel, con su olor a
tinta.
- Pues lee - Me dirá alguno de vosotros. -¿Qué te lo
impide?-
-Nada, ciertamente. Aunque si me pongo a pensar, descubro
que yo, antes (digo antes, mucho, pero que mucho antes) leía en todas partes:
en el tren, en la playa, en el sofá, en el baño...
Y leía a todas horas.
Pero, poco a poco, -no sé si también os pasa a vosotros- fui
dedicando un tiempo y un espacio a la lectura.
Y ese momento, en mi caso, fue la noche, antes de dormir. Y
el espacio, la cama.
Pero ¡Ay! Me debo estar haciendo mayor, porque por las
noches estoy tan cansado del día a día que, a la que me estiro en la cama, me
quedo frito. ¿Qué digo frito? ¡Refrito!
Añádase al tema un detalle que no es menor. Por la noche
está oscuro (seguro que lo habéis notado) y yo ya tengo una edad (eso también
lo habéis notado).
-¡Joder! ¡Enciende una luz! Como dijo otro sabio.
Sí, sí. La enciendo, pero no es tan fácil.
Mi vista ya no es lo que era y, a pesar de la lamparilla
encendida, las letras se vuelven difusas y lejanas.
-¡Ponte gafas, hombre! Com dijo un tercer sabio, (que pa
mi que fue a la misma escuela que los otros dos).
Buf. Me da una pereza eso de las gafas...
Un buen amigo, al que le comentaba mi deslectura, me dijo, creo
que para animarme:
-Pero tú escribes. Y quien escribe, lee dos veces.
Sí, quizás sí. Aunque últimamente tampoco escribo.
Algo tendré que hacer.
Creo que empezaré por cambiar el tiempo y el espacio, por
mal que le sepa a Einstein (la opción de ponerme gafas no la descarto).
En todo caso, una cosa es cierta. Hoy he escrito. Para mí,
claro. Y para vosotros, si os apetece.
Y ayer leí. para mí claro, y para compartirlo con vosotros,
si os apetece.
No pasé de cinco lineas, aunque son cinco lineas muy jugosas
y muy oportunas, como podréis ver. Las palabras originales son de Cayo Plinio
Segundo, la versión en castellano, de vuestro humilde traductor.
C. PLINIUS URSO SUO S.
1 Olim non librum in manus, non stilum sumpsi, olim nescio
quid sit otium quid quies, quid denique illud iners quidem, iucundum tamen nihil agere nihil esse: adeo multa me
negotia amicorum nec secedere nec studere patiuntur. 2 Nulla enim studia tanti
sunt, ut amicitiae officium deseratur, quod religiosissime custodiendum studia
ipsa praecipiunt. Vale.
Cayo Plinio a su amigo Urso.
Hace días que no tengo un libro en mis manos, ni un punzón.
Hace días que no sé lo que es el ocio, ni el reposo ni aquella cierta pereza,
agradable, no obstante, de no hacer nada, de no ser nada. El caso es que muchos
asuntos de mis amigos no me permiten ni relajarme ni estudiar. Pues no hay
ningún estudio que merezca el abandono de los deberes de la amistad, que han de
ser atendidos escrupulosamente, tal como nos enseñan los estudios mismos.
Nota: Este texto ha nacido con el verano, en Figueres, en una terraza matinal sombreada. La imagen es una libreta de notas (tabellae) y un punzón para escribir (stylus). Seguro que Plinio tuvo alguno parecido entre sus manos hace dos mil años. La música de hoy es un tema muy conocido de Louis Amstrong, Ochi Chernyi (ojos negros). Ideal para bailar a media tarde, después de haber leído un ratito a la sombra de un olivo.
Venga, ánimo, ahora empezarás a tener más tiempo de relax y lectura, ya verás.
ResponderEliminarОчи черные, очи страстные
ResponderEliminarОчи жгучие и прекрасные
Как люблю я вас, как боюсь я вас Знать, увидел вас я в недобрый час
Es decir...
Ojos negros, ojos apasionados
Ojos ardientes, hermosos
Cómo os quiero, cómo os temo
Tal vez os conocí en un momento maldito
Como te entiendo ! tambien ando desleida...
ResponderEliminarsi no fuera por ese libro de poesia que duerme junto a mi cama, a veces oigo las letras que me gritan y lo abro..aspiro un poema con fruicion, buscando ese chute que nos proprciona una grata lectura y despues duermo placidamente. ( por cierto, aunque uses gafas, son incomodisimas en la cama! )
Sabes? hoy me alegro de haberte leido, gracias por escribir aunque no leas